Los 10 Mejores Hoteles de Lujo en Bariloche

Los 10 Mejores Hoteles de Lujo en Bariloche: Una Experiencia Patagónica Auténtica
San Carlos de Bariloche es un paraíso patagónico que combina montañas majestuosas, lagos cristalinos y una rica cultura local. Como bloguero de viajes enfocado en experiencias auténticas y sostenibles, he tenido la fortuna de hospedarme en los hoteles más exclusivos de la región. A continuación, les presento los 10 mejores hoteles de alta gama en Bariloche, una selección curada que va desde boutiques íntimas hasta resorts de renombre internacional, cada uno con su propio toque patagónico.
1. Llao Llao Resort, Golf & Spa
Un ícono indiscutido de Bariloche, el Llao Llao Resort (originalmente abierto en 1938) es un resort cinco estrellas y miembro de The Leading Hotels of the World. Su edificio principal, diseñado por el arquitecto Alejandro Bustillo, exhibe un estilo clásico de lodge canadiense con troncos y piedra. Cuenta con 162 habitaciones en el histórico Ala Bustillo y 43 estudios y suites de lujo en el Ala Moreno, conectadas por un puente panorámico. Las instalaciones son insuperables: un campo de golf de 18 hoyos, su propia marina, una playa, una piscina infinita interior/exterior, un spa de primer nivel y múltiples restaurantes gourmet. Ubicado en la Península de Llao Llao entre los lagos Nahuel Huapi y Moreno, ofrece vistas espectaculares en todas las direcciones.
Cada vez que entro al lobby con sus enormes ventanales, siento la magia de este lugar. El servicio es impecable y a la vez cálido; logran que uno se sienta como en casa a pesar del lujo. Recuerdo despertarme en una suite con vistas al nevado Cerro Tronador y al Lago Moreno, ¡simplemente inolvidable! Disfruté especialmente del tradicional té de la tarde en el Jardín de Invierno con vistas al lago, una experiencia a la vez elegante y acogedora.
En mi última estadía, me uní a una caminata guiada ofrecida por el hotel a través del bosque circundante. Tras la caminata, una inesperada exhibición de tango nos esperaba al regresar. Bailarines locales interpretaron piezas clásicas en la terraza al atardecer. Esa mezcla de cultura argentina, naturaleza patagónica y la hospitalidad del hotel hicieron que esa noche fuera mágica. Terminé la noche tomando un chocolate caliente junto a la chimenea del lobby, maravillado de estar en un lugar con tanta historia y encanto.
2. Charming Luxury Lodge & Private Spa
Situado en la cima de un acantilado en Playa Bonita (Km 7.5 de Av. Bustillo), Charming Lodge es un hotel boutique de lujo a orillas del Lago Nahuel Huapi. Su arquitectura combina madera y piedra, integrándose a la perfección con el entorno boscoso. Ofrece solo 31 unidades (suites, apartamentos y residencias), muchas con spa privado en la habitación (hidromasaje doble, sauna seco, sauna de vapor con cromoterapia, ducha escocesa). Todos los alojamientos tienen balcón o terraza con vistas inigualables al lago y las montañas. Las instalaciones incluyen una piscina climatizada al aire libre, jacuzzis exteriores y un sauna panorámico con vista al lago. La oferta gastronómica se destaca en “Stag – El Restó de Charming”, donde la cocina patagónica e internacional se fusionan en un entorno íntimo junto al lago.
Este hotel le hace honor a su nombre: es verdaderamente encantador. Me alojé en una Master Suite con spa privado, y fue sublime relajarme en el jacuzzi de la terraza mientras veía el atardecer sobre el Nahuel Huapi. Es un lujo muy personalizado; el personal me llamaba por mi nombre y hasta sabía cómo me gustaba el café por la mañana. Se siente como una elegante cabaña de montaña con todas las comodidades modernas.
En una de mis visitas, celebré mi cumpleaños aquí, y el personal organizó una cena sorpresa en la bodega del hotel solo para nuestro grupo. Prepararon la mesa con velas y nos sirvieron una fondue de queso memorable con productos regionales. Más tarde esa noche, desde el jardín, observamos el cielo increíblemente estrellado de Bariloche mientras brindábamos con vino patagónico. Al regresar a mi suite, encontré una torta personalizada esperándome (¡un regalo del chef!). Esa atención al detalle y amabilidad hicieron de mi cumpleaños en Charming uno de los más especiales que recuerdo.
3. Alma del Lago Suites & Spa
Piscina cubierta en Alma del Lago, con ventanales que invitan al paisaje del Nahuel Huapi a formar parte del spa.
Moderno y sofisticado, Alma del Lago es un hotel 5 estrellas ubicado a orillas del Lago Nahuel Huapi y a solo 1 km (pocas cuadras) del Centro Cívico de Bariloche. Combina la comodidad de la cercanía al centro con la tranquilidad de estar a orillas del lago. Cuenta con 95 habitaciones de estilo contemporáneo; muchas de ellas ofrecen grandes ventanales y balcones con vista al lago o al Cerro Catedral. Las instalaciones incluyen el Alma Spa con una piscina infinita cubierta, jacuzzi, sauna seco, ducha escocesa y gimnasio. Para deleitar el paladar, ofrece dos restaurantes: Terra, con sabores mediterráneos y toques patagónicos en un ambiente elegante, y Mítico Bistro, un lugar más informal para sándwiches gourmet y ensaladas durante el día, ambos con vistas panorámicas al lago.
Hospedarme aquí fue un deleite para los sentidos. Mi habitación tenía un ventanal enorme desde donde podía contemplar el lago al amanecer; ¡el nombre del hotel, "Alma del Lago", realmente te llena el alma! El diseño es elegante pero acogedor; me encantaba sentarme en los sillones del lobby con una copa de vino, viendo cómo el sol teñía de naranja las montañas lejanas. La cercanía al centro me permitió ir caminando a explorar cervecerías artesanales y volver a la luz de la luna reflejada en el lago. El desayuno buffet es generoso y el inicio perfecto antes de un día de excursiones. Y cuando volvía cansado por la tarde, nada superaba ir al spa; su piscina con hidromasajes de cara al atardecer barilochense es revitalizante.
Una tarde fría, decidí aprovechar el spa. Mientras nadaba en la piscina climatizada, vi que había comenzado a nevar afuera sobre el lago. Ver eso desde adentro, con el agua tibia y los copos de nieve golpeando el cristal, fue algo de ensueño. Después, me di un relajante masaje. Al salir del spa, me recibieron – cortesía del hotel – con una infusión patagónica de hierbas con pétalos de rosa mosqueta. Esa noche dormí profundamente, sintiéndome completamente renovado. A la mañana siguiente, durante el desayuno buffet, el chef compartió conmigo la receta de una tarta de frutos rojos que me había encantado, un gesto generoso que aún recuerdo cuando la preparo en casa.
4. Arelauquen Lodge (Tribute Portfolio by Marriott)
Habitación en Arelauquen Lodge con vista al campo de golf: lujo moderno en medio de la naturaleza, a pocos pasos del Lago Gutiérrez.
Ubicado dentro de la exclusiva comunidad Arelauquen, este lodge boutique de Marriott combina naturaleza y lujo. Se encuentra en un barrio cerrado y muy arbolado en las afueras de Bariloche, con vistas al Lago Gutiérrez al suroeste de la ciudad, lo que le da una atmósfera tranquila a solo 15 minutos en auto del centro. Rodeado de bosque andino, ofrece vistas excepcionales del lago, el Cerro Catedral y un campo de golf de 18 hoyos de primer nivel. El hotel cuenta con habitaciones y suites clásicas (incluidas suites familiares) con opciones de vistas a la montaña, al lago o al campo de golf. Las comodidades incluyen una piscina climatizada interior-exterior, un gimnasio y un solárium, mucho para disfrutar en el lugar. Una nota importante: el lodge está separado del Arelauquen Golf & Country Club, pero los huéspedes pueden reservar turnos de golf allí, considerado uno de los mejores campos de Patagonia.
La experiencia en Arelauquen Lodge se siente como un íntimo refugio alpino con estándares internacionales. Como viajero, aprecié el equilibrio entre aventura y confort: un día podía hacer trekking por senderos cercanos, y al siguiente relajarme en la piscina cubierta con vistas al bosque. La decoración es moderna pero con toques locales (madera, textiles regionales) que le aportan calidez. Disfruté especialmente desayunar en la terraza con vistas al tranquilo Lago Gutiérrez, respirando el aire fresco de la mañana. Al ser parte de Tribute Portfolio de Marriott, mantiene ese servicio pulido de Marriott, pero con una personalidad local.
Recuerdo volver una tarde de una cabalgata por la zona (actividad que el concierge amablemente me organizó) y encontrar una sorpresa en mi habitación: el personal había dejado una nota escrita a mano con un pequeño postre tradicional llamado milhojas para "reponer energías". Me conmovió ese detalle personalizado. Esa noche, aprovechando la tranquilidad del lugar, me senté en mi balcón con una manta y una copa de Malbec a observar las estrellas. De repente, vi una estrella fugaz cruzar el cielo por encima del Cerro Catedral. Fue un momento simple pero mágico, sintiéndome completamente conectado con la naturaleza patagónica mientras estaba envuelto en el lujo discreto del lodge.
5. Design Suites Bariloche
Fachada principal de Design Suites Bariloche, con su arquitectura vanguardista de madera y cristal integrada en el bosque.
Fiel a su nombre, Design Suites es un hotel concepto arte y diseño que impacta a primera vista. Ubicado en una ladera boscosa a unos 2.5 km del centro (en la ruta a Llao Llao), se compone de cuatro edificios contemporáneos e inspirados en la ecología. Su diseño se asemeja a un lodge futurista junto al lago, con formas curvas y ventanales expansivos. Alberga una galería de arte, bar de vinos, restaurante y spa. Cuenta con 54 habitaciones y suites, todas con mobiliario moderno, grandes ventanales y vistas al bosque o al Lago Nahuel Huapi. Las categorías superiores presentan jacuzzis privados y balcones panorámicos. Las áreas comunes son a la vez cool y acogedoras: minimalistas chaise longues de cuero frente a ventanales que van del piso al techo, o una descarada alfombra shag frente a una chimenea de piedra tradicional; ¡esto no es la cabaña rústica de tu tío! Las instalaciones incluyen piscina exterior y piscina cubierta climatizada con vistas al lago y las montañas, además de sauna y sala de masajes.
Hospedarme aquí se siente como estar en una galería de arte viva. Cada rincón tiene algún detalle de diseño interesante, desde esculturas en los pasillos hasta sillas ultramodernas en el lobby. Me encantó la fusión de modernidad con la naturaleza: por ejemplo, el salón principal tiene enormes ventanales de piso a techo que enmarcan el lago como una pintura, y puedes recostarte en un moderno chaise mirando hacia afuera. Mi habitación era minimalista pero muy confortable, con tonos tierra que no distraían de la vista exterior. También valoré sus prácticas sostenibles, como la iluminación LED y el uso de madera certificada.
Una tarde lluviosa, decidí visitar la galería de arte interna, y para mi sorpresa había una pequeña recepción con el artista local cuyas obras estaban expuestas. Terminé charlando con él, junto a otros huéspedes – copa de vino en mano – sobre cómo Bariloche inspira sus pinturas. Fue espontáneo y memorable tener esa interacción cultural en un hotel. Al día siguiente, el clima despejó y disfruté de la piscina al aire libre. Nadar mientras miraba las montañas nevadas fue increíble. Justo cuando estaba en el agua, apareció un arcoíris sobre el lago (resultado de la lluvia reciente). Varios huéspedes salieron a fotografiarlo. Yo simplemente floté de espaldas en la piscina, contemplando tranquilamente el arcoíris, un lujo para el alma que este hotel me regaló.
6. El Casco Art Hotel
Habitación en El Casco Art Hotel decorada con obras originales: un refugio donde el arte argentino es protagonista.
El primer hotel dedicado al arte en Argentina, El Casco Art Hotel es un boutique 5 estrellas con 33 habitaciones a orillas del Lago Nahuel Huapi (Km 11.5 de Av. Bustillo). Cada habitación exhibe entre 5 y 12 piezas de la Colección Zurbarán, que suma más de 400 obras de arte originales de reconocidos artistas argentinos, distribuidas en áreas comunes e incluso en los jardines de esculturas. El ambiente logra un equilibrio entre elegancia clásica y confort contemporáneo: la arquitectura tiene líneas limpias y materiales nobles para que el arte sea el protagonista. Las habitaciones son espaciosas – muchas con terrazas privadas y vistas al lago – decoradas de manera discreta para no competir con las pinturas y esculturas que las adornan. Las comodidades incluyen un restaurante gourmet (también llamado El Casco, con un menú que cambia en invierno y verano con ingredientes frescos regionales), un lobby bar para disfrutar del té de la tarde con vistas al lago o tapas y bocadillos, y un spa completo con piscina climatizada interior/exterior, jacuzzi exterior, solárium, sauna seco, gimnasio y más.
Hospedarme en El Casco fue como dormir en un museo boutique, ¡una delicia para un amante del arte como yo! Cada día descubría una nueva pintura en el pasillo o me detenía a admirar esculturas en el jardín, diseñado por el bisnieto del paisajista Carlos Thays. A pesar de su perfil artístico, el hotel no se siente frío ni excesivamente formal; al contrario, es cálido, con mucha luz natural y rincones confortables para relajarse con un libro y un café. El personal incluso ofrece visitas guiadas por la colección si se solicitan, lo cual en mi caso enriqueció muchísimo la experiencia (conocí historias fascinantes sobre los artistas locales).
Una mañana bajé a desayunar y noté una mesa en el jardín con vista al lago, donde se erigía una escultura de bronce de un ciervo a tamaño real. Me senté allí a tomar mi café y al poco tiempo el sommelier se acercó con una propuesta inusual: estaban organizando una degustación de vinos patagónicos esa noche y me invitaban como cortesía. ¡Por supuesto que acepté! La degustación tuvo lugar al atardecer en la terraza, maridada con tapas gourmet. Probamos vinos de pequeñas bodegas regionales, todo mientras el cielo se teñía de rosa sobre el lago en calma. Después, charlando con el sommelier y otros huéspedes, terminamos la noche alrededor de la chimenea en el lobby bar, donde espontáneamente alguien empezó a tocar el piano de cola. Fue un día que combinó arte, gastronomía y buena compañía bajo el techo hospitalario de El Casco, una experiencia completa que encapsula la filosofía de este hotel.
7. Villa Beluno Hotel & Spa
Villa Beluno al atardecer: esta exclusiva villa de estilo italiano domina el lago desde la cima de la Península San Pedro.
Uno de los hoteles más nuevos y lujosos de Bariloche, Villa Beluno abrió en 2019 con el concepto de una villa italo-patagónica. Ubicado en la cima de la Península San Pedro, goza de una posición privilegiada con vistas de 360° al Lago Nahuel Huapi y las montañas circundantes. Es un hotel íntimo con solo 13 habitaciones y suites, orientado a viajeros que buscan privacidad, tranquilidad y un servicio altamente personalizado. Las suites tienen nombres evocadores (Suite Victoria Royal, Master Suite Nahuel Huapi, Junior Suite Arrayanes, Suite Cuádruple Lago, etc.) y todas ofrecen vistas al lago y al jardín a través de grandes ventanales, mobiliario clásico de estilo europeo y comodidades modernas. Villa Beluno también se destaca por su oferta gastronómica: Avellana, su restaurante insignia inspirado en la cocina italiana y francesa contemporánea; una Pastelería (panadería) que sirve todo tipo de pasteles, tortas y postres; y un bar con el nombre apropiado donde se puede disfrutar de cerveza, vino y cócteles artesanales a menudo con música en vivo. Las comodidades incluyen un spa boutique con tratamientos orgánicos, piscina cubierta, jacuzzi exterior, un invernadero propio, un microcine e incluso una biblioteca con una cuidada selección de libros y vinos, lo que refleja una atención a los placeres refinados de la vida.
Mi estadía en Villa Beluno fue simplemente inolvidable. Desde el momento en que crucé el portón de piedra y fui recibido por el personal (¡con un cálido "Benvenuto!" y una limonada de lavanda), supe que estaba en un lugar especial. La propiedad exuda lujo sin pretensiones; me recordó a esas villas del norte de Italia, con arcos de piedra, terrazas y un pintoresco campanario, pero rodeada del esplendor patagónico. Cada mañana me despertaba con el canto de los pájaros y desayunaba croissants con mermeladas caseras mientras miraba la Isla Victoria en medio del lago. El nivel culinario es excepcional; la cena en Avellana fue de las mejores que he tenido en Bariloche. Pero lo que más destaca es la calidez familiar: descubrí que es un emprendimiento de una familia local, y esa dedicación se siente en los detalles y el toque personal.
Una tarde decidí no salir y simplemente disfrutar del hotel. Bajé al pequeño cine privado donde proyectaban "Il Postino" (¡que encajaba perfectamente con la vibra romántica italiana!). Había solo tres huéspedes en la sala, con asientos de terciopelo y palomitas de maíz gourmet cortesía de la casa. Después de la película, salí al jardín y la vista me dejó sin aliento: el sol poniente teñía de dorado el lago y las montañas. Me senté junto a la fuente central y, espontáneamente, Sofía – la propietaria – se acercó a saludar. Terminamos charlando sobre recetas familiares (ella misma es la chef pâtissier). Incluso me invitó a la cocina para ver cómo elaboraban su helado casero. Esa noche, de vuelta en mi suite, encontré un frasco de dulce de leche casero sobre la mesa con una nota de Sofía que decía: "Para que te lleves un pedacito de Villa Beluno". ¡Casi me emociono hasta las lágrimas! Es este tipo de consideración y autenticidad lo que hace que Villa Beluno se sienta menos como un hotel y más como visitar la casa de amigos muy queridos, aunque rodeada de lujo y belleza natural.
8. Cacique Inacayal Lake & Spa Hotel
Salón del lobby de Cacique Inacayal, con su chimenea y ventanales frente al lago: un espacio acogedor para disfrutar de la vista en cualquier época del año.
Ubicado en pleno centro de Bariloche (en la calle Juan Manuel de Rosas, a 4 cuadras del Centro Cívico) y a orillas del Lago Nahuel Huapi, Cacique Inacayal ofrece una combinación ideal de ubicación conveniente y un entorno privilegiado frente al lago. Este hotel de estilo moderno y montañés es un 4 estrellas superior conocido por sus completas instalaciones de recreación y relajación. Cuenta con 67 habitaciones, muchas con balcón y espectaculares vistas al lago (las que dan al frente tienen panorámicas verdaderamente impresionantes). Sus opciones gastronómicas incluyen el restaurante Utrac, especializado en cocina patagónica e internacional con una destacable cava de vinos argentinos, y Tecka Bar para cócteles y comidas más ligeras junto a una chimenea a leña con vista al lago. En el último piso se encuentra el Kénos Spa & Health Club: una piscina climatizada cubierta con hidromasaje, sauna seco, baño finlandés, duchas escocesas y una terraza con reposeras frente al agua. El hotel incluso tiene acceso directo a una pequeña playa y jardín privado a orillas del lago, algo único para un hotel céntrico.
Cacique Inacayal siempre me ha parecido el gran clásico de Bariloche pero actualizado para los tiempos modernos. Su decoración combina materiales cálidos (madera, piedra) con toques contemporáneos, creando espacios muy acogedores. Me encanta especialmente su terraza en la azotea: tomar un aperitivo allí en verano con una vista panorámica del lago que se extiende hasta el horizonte es un placer. Por otro lado, la ubicación lo hace todo fácil: desde aquí podía ir caminando a cenar, de compras por la calle Mitre o a tomar un helado en Mamuschka, y volver en minutos a la tranquilidad de un hotel a orillas del lago. El desayuno es abundante y variado, perfecto antes de salir a las excursiones. Y cuando volvía cansado por la tarde, nada superaba ir al spa; su piscina con vista al atardecer barilochense es reconfortante.
En un viaje llevé a mi madre y nos hospedamos aquí. Una noche, después de un día recorriendo el Circuito Chico, decidimos quedarnos a aprovechar la happy hour del Tecka Bar. Para nuestra sorpresa, esa noche había un pequeño show de música en vivo: un dúo local tocando bossa nova. Nos acomodamos en unos sillones junto al gran ventanal, con la chimenea crepitando cerca, y pedimos dos copas de Pinot Noir de Neuquén. La música suave, el fuego, las olas del lago que se escuchaban de fondo... mi madre me apretó la mano y me dijo: "Este momento es perfecto". Nos quedamos un par de horas, charlando como dos amigas, sintiendo una paz inmensa. Al regresar a nuestra habitación, el hotel había dejado chocolates artesanales en nuestras almohadas como cortesía (¡saben que el chocolate es un must en Bariloche!). Mi madre aún recuerda con cariño ese viaje y especialmente esa noche sencilla pero mágica en el lounge del Inacayal. Son esas instancias de pura felicidad – facilitadas por la atmósfera especial del lugar – las que hacen que este hotel ocupe un lugar especial en mi corazón.
9. Estancia Peuma Hue (Eco-Lodge)
En Estancia Peuma Hue, la vida se desenvuelve en armonía con la naturaleza: momentos simples como interactuar con los perros y caballos de la estancia se convierten en recuerdos entrañables.
Para quienes buscan el lujo en comunión con la naturaleza y la sostenibilidad, Estancia Peuma Hue es un destino de ensueño. Más que un hotel, es un eco-lodge boutique 5 estrellas dentro del Parque Nacional Nahuel Huapi, en la zona sur de Bariloche (a lo largo del Lago Gutiérrez), rodeado de 500 hectáreas de sus propios bosques, montañas, cascadas y valles. Este paraíso privado, a solo 25 minutos de la ciudad, ofrece 10 habitaciones distribuidas entre un lodge principal y acogedoras cabañas de montaña, con una capacidad máxima de 28 huéspedes. Las construcciones son de estilo rústico-chic utilizando materiales naturales y energía renovable (paneles solares, recolección de agua de lluvia, etc.), lo que refleja el fuerte compromiso de Peuma Hue con el turismo sostenible. Aquí la experiencia es todo incluido y personalizada: los huéspedes disfrutan de cocina orgánica de la granja a la mesa (muchos ingredientes provienen de su propia huerta y granja), y una amplia gama de actividades al aire libre directamente en la propiedad, como cabalgatas por senderos de montaña, kayak en el Lago Gutiérrez, trekking a cascadas escondidas, yoga al aire libre y avistamiento de aves. El nombre “Peuma Hue” significa “Lugar de los Sueños” en lengua Mapuche, y realmente le hace honor.
Peuma Hue ocupa un lugar muy especial en mis recuerdos de viaje. Aquí se siente la esencia de la Patagonia más auténtica con las comodidades de un hotel de lujo, pero sin pretensiones. Lo que más valoro es el ambiente familiar y conectado: los dueños y el personal se sientan a la mesa con los huéspedes, las comidas se comparten estilo familiar y de la granja a la mesa, e incluso los perros (los famosos golden retriever "anfitriones" de la estancia) te acompañan en las caminatas como guías expertos, un detalle de lo más encantador. Mi habitación era sencilla pero muy acogedora, con una estufa a leña que la mantenía caliente por la noche y grandes ventanales que daban al bosque. Despertarse con el canto de los pájaros y salir a respirar aire puro de la mañana mientras los caballos pastan libremente cerca de la casa no tiene precio. Es un tipo de lujo diferente, uno más ligado a las experiencias y a la naturaleza que nutre el alma.
En mi última visita participé en el proyecto comunitario que promueve la estancia: ayudar en la huerta orgánica y luego cocinar juntos. Esa mañana cosechamos verduras con el chef; yo recogí acelgas y zanahorias, y otra pareja recolectó huevos frescos del gallinero. Más tarde, en la cocina rústica, preparamos un almuerzo colaborativo: una sabrosa tarta de acelga con lo que habíamos recolectado, ensaladas y pan casero. ¡Todo estaba delicioso! Por la tarde, nos llevaron en bote por el lago a un sendero donde hicimos una caminata interpretativa; aprendimos sobre la flora nativa y la historia Mapuche de la tierra. De regreso, mientras el bote navegaba, el guía nos señaló la orilla y vimos ciervos bebiendo del agua, algo sacado de un documental. Esa noche, ya cansados, nos reunimos todos alrededor de la fogata al aire libre. Bajo un cielo plagado de estrellas (nunca había visto la Vía Láctea tan clara), compartimos historias, cantamos con una guitarra y tomamos el tradicional mate argentino en círculo. Recuerdo mirar a mi alrededor: gente de diferentes países riendo como amigos de toda la vida, los perros tumbados a nuestro lado, los ecos de la montaña... Sentí una felicidad profunda y sencilla. En Peuma Hue llegas como huésped pero te vas sintiéndote parte de una familia, con el corazón lleno de naturaleza y gratitud.
10. Aldebarán Hotel & Spa
Hotel Aldebarán escondido entre los bosques de la Península San Pedro, visto desde las aguas del Nahuel Huapi: un oasis de paz lejos del bullicio.
En la tranquila Península San Pedro, a unos 20 minutos al oeste del centro de Bariloche, se encuentra Aldebarán, un encantador hotel boutique con 10 habitaciones enclavadas en el bosque nativo con vistas al brazo Campanario del Lago Nahuel Huapi. Su nombre y diseño hacen un guiño a la estrella Aldebarán, y de hecho ofrece una experiencia estelar: la propiedad está encaramada en un acantilado sobre el lago, lo que le da una sensación de aislamiento y serenidad, ideal para observar las estrellas lejos de las luces de la ciudad. El estilo arquitectónico es una versión moderna de una típica casa patagónica, con vigas de madera a la vista, techos altos y amplios ventanales, manteniendo a la vez un ambiente minimalista y refinado. Cada habitación es diferente en su distribución, todas espaciosas y llenas de luz natural, con terraza o balcón frente al lago, y baños de tamaño generoso (algunos con jacuzzis) en tonos tierra. Un punto culminante es Sirius Spa, que cuenta con una innovadora piscina interior/exterior: una piscina climatizada en el interior que se extiende hacia afuera, permitiendo literalmente nadar bajo las estrellas en noches despejadas. El restaurante del hotel, también llamado Sirius, es íntimo y aclamado por su cocina orgánica y vinos patagónicos, tanto que es frecuentado por comensales que no se hospedan en el hotel.
Aldebarán es uno de esos lugares que te roban el corazón con su belleza sencilla. Al estar alejado de la ciudad, aquí uno realmente se desconecta: el único "ruido" que escuchaba eran los pájaros y el viento entre los árboles. Me enamoré de la decoración, que logra una elegancia rústica sin exagerar: muebles de madera pulida, textiles en tonos naturales y en mi habitación un tapiz tejido por artesanos locales que le daba un carácter regional. El servicio es sumamente personalizado; con tan pocas habitaciones, el personal recuerda tus preferencias (al segundo día ya sabían que me encanta el té de rosa mosqueta y me lo ofrecían cada tarde). Se siente como estar en la residencia de campo de un amigo por la calidez del trato, pero con el nivel de servicio de un gran hotel. Y debo destacar el placer de su piscina única: flotar mitad adentro y mitad afuera de la casa, con el aire fresco patagónico en la cara, no tiene precio.
Una noche despejada, la encargada del spa mencionó que podíamos usar la parte exterior de la piscina incluso fuera de horario; solo teníamos que abrir una puerta. No lo dudé: me puse el traje de baño y salí a la parte al aire libre de la piscina climatizada. ¡Qué experiencia tan maravillosa nadar en agua tibia mientras sobre mí brillaban miles de estrellas! Hice un estilo pecho desde la sección interior iluminada hasta la exterior oscura, iluminado solo por la luz de las estrellas. En un momento, simplemente me detuve y floté de espaldas, contemplando Orión y la Cruz del Sur, escuchando el silencio roto solo por suaves chapoteos. Fue un momento de paz absoluta. Cuando salí, el aire frío de la noche me dio un ligero escalofrío, pero fui inmediatamente envuelto en una bata cálida y me ofrecieron un chocolate caliente en el living junto a la chimenea. Me senté allí solo, frente al fuego con mi taza humeante, reflexionando sobre la suerte que tenía de vivir esa experiencia. Al día siguiente, cuando les conté esto a otros huéspedes durante el desayuno, todos terminamos planeando una caminata espontánea juntos por un sendero cercano que llevaba a un mirador "secreto" recomendado por el personal. Esas mini-aventuras improvisadas y la camaradería que surgió en Aldebarán hicieron que mi estadía fuera muy especial. Cada rincón, desde su pequeño muelle en el lago hasta su jardín con rosales silvestres, invita a crear recuerdos sinceros.
Estos diez hoteles representan lo mejor de Bariloche en términos de hospitalidad premium, cada uno con su propia personalidad: historia y grandiosidad en Llao Llao, romance íntimo en Charming, sofisticación urbana-lacustre en Alma del Lago, un retiro natural con estilo internacional en Arelauquen, arte y diseño en El Casco y Design Suites, exclusividad hogareña en Villa Beluno, conveniencia céntrica sin sacrificar vistas en Cacique Inacayal, lujo ecológico inmersivo en Peuma Hue, y encanto sereno en Aldebarán.
Reflexionando sobre esta lista, me doy cuenta de que todos ellos comparten algo más allá del lujo: la calidez humana en su servicio y la magia del entorno patagónico elevan la experiencia de una manera única. La belleza natural de Bariloche realza estos hoteles; y a su vez, estos hoteles te permiten experimentar Bariloche con la máxima comodidad y autenticidad.
¡Espero que mis experiencias te inspiren a descubrir estos maravillosos rincones de Bariloche en tu próximo viaje! Cada hotel ofrece su propio capítulo de recuerdos, esperando ser vividos por vos.